El pasado 15 de julio fue encontrado sin vida el cuerpo de Marouane Abouobaida. El joven marroquí de 23 años se ahorcó en una celda de aislamiento del Centro de Internamiento para Extranjeros (CIE) de València (España). Lo hizo, según informes policiales, colgándose de la cama con su propia camiseta.

La muerte de este chico, si se analiza dejando a un lado el sesgo racista y colonial,  tiene todos los elementos necesarios para activar nuestra empatía. Es un joven que viaja en busca de un futuro mejor para él y para su familia. Es privado de libertad por una infracción administrativa. En el Centro de Internamiento en el que es encarcelado recibe una intensa paliza por parte de unos compañeros. En vez de ser atendido por los servicios sanitarios es encerrado en una celda de aislamiento y a las pocas horas se quita la vida. Ninguna autoridad con responsabilidad directa hace declaraciones públicas al respecto.

En otras ocasiones, la sociedad española ha reaccionado.  Reaccionamos cada vez que hay una víctima de violencia de género. Desplegamos nuestra solidaridad cuando hay una catástrofe natural cerca de nosotros. Invertimos todos los recursos necesarios para rescatar al niño Julen cuando cayó accidentalmente en un pozo.  Se nos erizó la piel cuando vimos una catedral arder a miles de kilómetros. Nos emocionó ver la foto de un niño sirio de tres años ahogado en una playa. Pero en este caso solo unos pocos, los de siempre, han reaccionado ante la muerte de Marouane Abouobaida.

Marouane merece que desactivemos por unos minutos nuestra islamofobia y pongamos en marcha el mecanismo de la empatía.

¿Por qué pasa esto? ¿Por qué cuando se agrega al relato la palabra inmigrante desactivamos nuestra atención? Marouane no tenía que haber muerto. Y por eso merece que se esclarezcan los hechos que le condujeron presuntamente al suicidio. Merece un minuto de nuestro tiempo para denunciar el racismo institucional que existe en nuestro país. Merece una dimisión. Merece que la etiqueta #JusticiaParaMarouane se haga viral. Marouane merece que el próximo martes, 30 de julio a las 19:00 horas, acudamos en masa frente al CIE de Zapadores en Valencia a la concentración convocada por las compañeras de la plataforma por el cierre de los CIEs  y la recién creada asociación Casa MarruecosMarouane merece que desactivemos por unos minutos nuestra islamofobia y pongamos en marcha el mecanismo de la empatía.