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Eso a mí ya no me interesa

La puesta de sol que me conectó con Elvira

Conocí a Elvira en una puesta de sol de agosto. El amor a la fotografía nos conectó de inmediato. Un extraño impulso me levantó del banco de aquel parque y me hizo entablar conversación con esta mujer de 86 años. Ella tomaba la misma fotografía que yo había tomado apenas unos minutos antes. Ese fue el punto de inicio, después una larga conversación sobre su azarosa vida, millones de audios y un intercambio de fotos de todas las nubes crepusculares nos unen desde entonces.

Elvira es natural de Baza, que después de Granada es el municipio más grande de esta provincia andaluza. Ella forma parte de la diáspora que, en años de la tardía posguerra, obligó a miles de andaluces a buscar un futuro mejor en otras latitudes. Elvira eligió Cataluña y allí pasó gran parte de su vida adulta. Tras la jubilación y algunos avatares de la vida como la pérdida de una hija, Elvira decidió volver a su pueblo natal. “Este es un pueblo de viejos y niños, pero aquí se vive muy bien ahora”, recuerdo que me dijo en nuestro primer encuentro.

Este es un pueblo de viejos y niños, pero aquí se vive muy bien ahora

Elvira con el reconocimiento a su labor voluntaria en la Cruz Roja

Ahora tiene una vida tranquila, pero muy activa, vive sola, es voluntaria de la Cruz Roja y llama varias veces a la semana a otras personas mayores con menos energía vital que ella y les alivia durante un rato de mal de la soledad. Elvira también hace zumba en los parques públicos de la ciudad, a ritmo de las instrucciones de una joven monitora que rebosa energía y colecciona adeptas octogenarias.

Elvira nació en el año 1936, dice que la “guerra, guerra” no la vivió “me acuerdo más de la posguerra y los tiempos de Franco, como duró tanto…”. Ella vivía en un cortijo a once kilómetros del casco urbano. Recuerda a la gente pobre que vivía a su alrededor, “había la tira y la cantidad de gente pobre que venía de Jaén andando…”

El primer recuerdo de infancia de Elvira es una historía mínima, pero estremece. Ella cree que tendría unos cuatro o cinco años. Era una noche de un día lluvioso de frío invierno, los perros ladraban y un hombre liado en una manta muy rota llamaba a la puerta del cortijo. Cuando la puerta se abrió ella se agarró a las faldas de su madre para contemplar lo que recuerda como una terrorífica escena. El señor estaba tapado hasta la cabeza, una gota de agua resbalaba de su nariz, llevaba una lata “enrubinada” atada con un cordel. La madre de Elvira le ofreció pan y el hombre le pidió alguna “pringue” para poder aliviar la sequedad de los panes de posguerra. A Elvira esta escena le marcó y 80 años después la revive y se indigna cuando alguien le habla de la pobreza de nuestros días. “Aquello sí era pobreza de verdad, no lo de ahora”.

El hombre le pidió alguna “pringue” para poder aliviar la sequedad de los panes de posguerra

Elvira no vivió en su casa la pobreza extrema, era de las que tenía en casa algún mozo y alguna moza que cuidaban de los animales o de las tareas domésticas. Su madre, cuando llegaba la gente pobre que vivía en las inmediaciones de su cortijo, lo primero que hacía era quitarle los piojos, quemarle la ropa y darle ropa limpia, queriendo evitar a toda costa que a sus hijos se les pegaran las contagiosas larvas.
Otro recuerdo que sigue impresionando a Elvira es el de esas madres que venían de Badajoz o de otras latitudes de Andalucía para “ofrecer a sus hijas, tan guapas y jóvenes, por la comida”. Según cuenta Elvira, estas niñas eran “dejadas” y en su relato hay un poco de normalidad y un mucho de pena. También cuenta que algunas de esas criaturas, dejadas sin más remedio, por unos padres que no podían hacerse cargo de ellas, eran violadas por los cortijeros. Una de ellas, fruto de un desafortunado accidente murió a causa de un tiro de uno de los mozos. “Cuando vinieron los padres a recoger el cuerpo de su hija, los señoritos les dieron jamones, les dieron dinero, aquello no se denunció. Fue un auténtico chanchullo”, relata Elvira visiblemente indignada, así eran los tiempos de Franco, “la ruina total”.

Esas madres que venían para “ofrecer a sus hijas, tan guapas y jóvenes, por la comida”

Elvira podría estar horas y horas contando sin titubear las vivencias de aquella noche larga que fue la posguerra.  Me emplaza a futuros encuentros para contar historias que no voy a creer, me dice. Parece cobrar vida entre tanto relato de muerte y, en realidad, lo que pasa es que Elvira y toda esa generación suya, la generación silenciosa o de los niños de la guerra , lo que anhela es gritar que aquello ya no, que hoy vivimos muy bien y que todo lo que tenemos hoy no ha caído del cielo.

Elvira tiene un latiguillo delicioso y que repite cada poco: «Eso a mí ya no me interesa«

Me gusta escuchar a esta mujer, sin condescendencias, porque tiene cosas interesantes que decir. Elvira tiene un latiguillo delicioso y que repite cada poco: «Eso a mí ya no me interesa«. Y es que, de verdad, son muchas las cosas que ya no le interesan,  convencionalismos vanos e inútiles como celebrar la Noche Vieja. En nuestro último encuentro, a pocas horas de acabar el 2022,  me hace sonreir para dentro, cuando me cuenta que ha leído el «Yo, vieja» de Anna Freixas y cuando me descubre encima de su cama un libro de la misma autora que yo no conocía: «Tan frescas: las nuevas mujeres mayores del siglo XXI«. Entonces, entiendo que cumplir años de esta forma a mí sí me interesa.

 

 

clasificado en: Comprometidas

María Lejárraga y las demás

Desde hace algunos años, me automedico con una pastillas diaria de asilo y siempre que puedo trato de escapar de todo para refugiarme en las páginas de buen libro, en mis clases de periodismo o en este blog. Hace unos días, un alud de recomendaciones en redes sociales fueron el salvoconducto perfecto para sacarme de una tarde de domingo con mal pronóstico.

“Me conmovió”, “me hizo llorar”, “nominado a los premios Goya 2023”, “no os lo perdáis” y así una sucesión de elogios me hicieron conectar en pocos minutos con el documental de Laura Hojman A las mujeres de España. María Lejárraga”, disponible en RTVE Play hasta el próximo 26 de diciembre.

Y lo cierto es que la historia de esta mujer, magistralmente hilvanada por Hojman es difícil que te deje indiferente. El documental narra la historia de la periodista, escritora, dramaturga, política y pionera del feminismo en una España efervescente, la de los años 20 del pasado siglo. María Lejárraga fue una mujer brillante y con una producción de gran envergadura que firmó toda su obra bajo el nombre de su marido, el empresario teatral Gregorio Martínez Sierra.

El visionado del documental es una montaña rusa de emociones que te hace cabalgar entre la rabia, la indignación y el orgullo a partes iguales

El visionado del documental es una montaña rusa que a mi particularmente me hizo cabalgar a lomos de tres emociones: la rabia, la indignación y el orgullo. Rabia, al descubrir que María Lejárraga produjo en la sombra obras tan importantes como «Canción de cuna», o el libreto de «El amor brujo», de Falla. Indignación, cuando ves que ha tenido que pasar un siglo para que se descubra una figura tan importante para la historia de España. Orgullo, cuando se desvela que, además de ser una mujer brillante en el ámbito artístico, también fue diputada por la segunda República e impulsora del movimiento feminista con proyectos pioneros para los derechos y las libertades de todas las mujeres.

La cinta de Laura Hojman adquiere un tono de solemnidad cuando se descubre porqué encabeza el título de su obra una dedicatoria: “A las mujeres de España”. Y es que el documental es también un homenaje a un conjunto de mujeres brillantes, mujeres valientes que desafiaron el orden establecido y tuvieron sueños de un verdadero progreso bruscamente silenciado con el estallido de la Guerra Civil.

Al terminar el visionado, una se queda con las ganas de leer Cartas a las mujeres de España, un conjunto de artículos de prensa escritos por María Lejárraga y publicadas principalmente en ABC y Blanco y Blanco y Negro entre 1915 y 1930. Una se queda con ganas de escuchar Amor Brujo y una se queda con ganas de volver a los años veinte del siglo pasado para tomar un café con María Lejárraga y las demás.

 

Documental: A las mujeres de España. María Lejárraga

Directora: Laura Hojman (Sevilla, 1981)

Disponible hasta: 26-12-2022 21:30:00

clasificado en: Inoportunas, Sin categoría

La gente que busca la llave maestra

No suelo quejarme del sistema sanitario español. A los 18 años debuté como diabética, poco tiempo después viajé a El Salvador, más tarde a Nicaragua y unos años más tarde a zonas deprimidas de Colombia. Decidí que era burgués e injusto quejarse de un sistema, que con sus más y sus menos, funciona y funciona muy bien. 

Hoy quiero detenerme en la gente que busca la llave maestra. 

Quiero ser fiel a mi compromiso y, aunque hoy parezca que me quejo un poco, en realidad no lo hago. Hoy lo que me apetece es poner el foco en un tipo de gente que, de manera más o menos constante, nos acompaña a los crónicos y no tan crónicos en este transitar por los pasillos grises de nuestro imperfecto y machacado sistema sanitario. Hoy quiero detenerme en la gente que busca la llave maestra. 

Martes por la tarde.  El centro de salud mantiene algunas consultas abiertas, el mostrador de primera atención y la sala de enfermería. Me detengo frente a esta última que siempre tiene la puerta cerrada y espero con paciencia a que alguien salga. Respiro profundamente y repaso la frase precisa, la reformulo y espero tener algo de suerte esta vez.

El cartel sobre el corcho me mira de forma vigilante, acusadora. “Reparto agujas de insulina todos los martes de 10:00 a 11:00”. Aunque trato de controlar mi impulso primitivo, me enfado.  ¿Por qué no un horario más extenso?, ¿por qué no un horario de tarde para las personas que trabajamos? Siempre las mismas preguntas. Siempre la misma respuesta: respirar, formular una pregunta amable y esperar a alguien que se salte la regla. 

Mientras espero, recuerdo las visitas anteriores. La penúltima fue traumática. Eran las tres y media de la tarde de un viernes. Los consumibles de mi tratamiento, agotados. Mi paciencia también. La persona que me atendía tenía la pantalla visiblemente encendida, pero cuando le formulé mi petición, premeditadamente amable, repasada y empática, su respuesta fue contundente: “Ya he cerrado el sistema, es imposible. Tienes que venir los martes de 10:00 a 11:00”. Todos mis esfuerzos posteriores por tratar de conseguir mi objetivo de una forma civilizada fueron en vano. Fue tan agotador que prefiero no contarlo. 

En la visita posterior a esta tampoco tuve suerte.  El enfermero fue más amable, argumentó mejor, me dijo que no podía acceder a los armarios dónde estaban mis consumibles. Embalsamada en la frustración, obtuve el mismo resultado: una negativa: vuelva usted el martes en el horario establecido.

Está todo cerrado, como todas las horas de todos los días de todas las semanas que no son los malditos martes de 10:00 a 11:00.

Se abre la puerta. Sonrío, he tenido suerte. Está ella, no sé si es enfermera, si es auxiliar, si tiene contrato fijo o sufre la precariedad del sistema. Lo que sí sé es que hoy sí, conseguiré mis consumibles. Está todo cerrado, como todas las horas de todos los días de todas las semanas que no son los malditos martes de 10:00 a 11:00. Pero ella siempre encuentra la manera de solucionar mi problema. 

Primero me escucha, ya sabe que trabajo, pero me escucha pacientemente. Toma mis datos y sale de la consulta. Vuelve, me mira a los ojos y me tranquiliza: “no te preocupes, está todo cerrado, pero voy a buscar la llave maestra”. Vuelve a salir de la consulta, la escucho a lo lejos, abre una puerta, abre otra y me pregunta algunos detalles: “Son seis los que necesitas, ¿no?, es la caja amarilla, ¿cierto?” Se queja un poco de sus compañeras: “¡Lo cambian todo de sitio!, pero no te preocupes, lo encontraremos”. 

Por encima de eso tenemos todavía a esa gente, la gente que busca la llave maestra.

Y como era de esperar, tras unos minutos de intensa búsqueda, obtiene el resultado. No era tan complicado, mis consumibles aparecen entre sus manos alegres y resueltas. Yo respiro, sonrío de nuevo y me alegro de saber que en este país tenemos uno de los mejores sistemas de sanidad del mundo, pero por encima de eso tenemos todavía a esa gente, la gente que busca la llave maestra.

 

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Cuando abandonamos a la mejor generación que ha tenido este país

Abandonar: Dejar sola o sin atención ni cuidado a una persona, animal o cosa.

El grito ahogado de Mariano Turégano es un cristal roto que atraviesa con precisión cada una de las arterias principales de mi cuerpo. Me deja sin oxígeno, me ahoga y me cabrea. Y como este blog también es mi espacio íntimo para los enfados vengo aquí a deshaogar. Para el que llega tarde o no se ha enterado, Mariano es un señor de 82 años que vive en una residencia pública de la Comunidad de Madrid y esta semana ha comparecido en el pleno de su ayuntamiento, en San Sebastián de los Reyes, para denunciar las deleznables condiciones en las que vive junto a otras 140 personas.

Mariano Turégano comparece en el pleno del ayuntamiento de San Sebastián de los Reyes (Madrid)

Hay que escuchar con atención los siete minutos y cuatro segundos de la intervención de Mariano. Su alegato no solo va dirigido a la Comunidad de Madrid, a los responsables de su residencia o a su ayuntamiento. Sus palabras punzantes nos interpelan a todas: «Nosotros no hemos nacido con 80 años, hemos trabajado mucho, ustedes lo deberían de saber porque hoy disfrutan de privilegios que nosotros peleamos, no para nosotros sino para ustedes, eso no se consigue mirando para otro lado. Es insólito que hoy estemos aquí pidiendo vivir con dignidad».

Nostros no hemos nacido con 80 años, hemos trabajado mucho, ustedes lo deberían de saber porque hoy disfrutan de privilegios que nosotros peleamos, no para nosotros sino para ustedes.

Así es, es insólito tener que mendigar la dignidad de toda una generación. Esta gente, recordemos, nació en la década de los años 30, 40 y 50 del pasado siglo. Es la generación que vivió en las peores condiciones de una posguerra que se alargó demasiado. Es la generación que conquistó la democracia para nuestro país. Es la generación que, sin apenas formación y con mucho esfuerzo, consiguió que sus hijos e hijas tuvieran el mayor nivel formativo de España. Es la generación que, durante los peores momentos de las distintas crisis económicas, da de comer a sus hijos, nietos y nietas; y es la generación que hoy sale a las calles para reclamar unas pensiones dignas,  una mejor sanidad o una mejor atención residencial. Esa es la mejor generación que ha tenido este país y yo no sé en qué momento hemos decidido abandonarla.

Esa es la mejor generación que ha tenido este país y yo no sé en qué momento hemos decidido abandonarla.

Tampoco tengo en mis manos todas las soluciones. Lo que sí tengo claro es que tenemos recursos, tenemos capacidades, algunas también tenemos ideas y lo más importante es que tenemos el deber moral y constitucional de atender y cuidar, repito, a la mejor generación viva que tiene este país. Pongámonos manos a la obra.

 

Dos ancianos pasean cogidos de la mano en el patio de la residencia Hogar San José de Baza (Granada). Foto: Antonia Bastidas Suarez.

 

 

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Sobre mujeres y cuartos propios

Llevo meses de intenso trabajo. Mi monitor de sueño me recuerda todos los días que duermo menos de lo necesario. Cuando tengo media hora de tiempo libre la disfruto como si fuera un largo día de verano. Ayer me concedí una tregua y decidí dedicar la tarde a cosas placenteras y contemplativas. No lo pensé demasiado, solo quería pasar el rato sin darle demasiadas vueltas a la cabeza, así que me dejé llevar por la recomendación de una compañera y después hice el «pito, pito» con mi lista de pelis pendientes de los Goya. Resultado: el documental La reina de las nieves. Carmen Martín Gaite que se puede ver en abierto en La 2 y La boda de Rosa de Icíar Bollaín que se puede alquilar en Filmin. 

Yo, que solo pensaba pasar el tiempo, esquivar las obligaciones, de repente me vi rodeada de mujeres con un mismo anhelo: un cuarto propio. Si Virginia Woolf levantara la cabeza no sabría cómo decirle: «lo siento querida, algunas hemos tenido suerte y como tu, hemos tenido el privilegio de tener un espacio exclusivo para lo nuestro. Otras, la mayoría, la inmensa mayoría, no han podido hacerlo».

Martín Gaite, también fue una de esas mujeres afortunadas. Tuvo la suerte de tener unos padres verdaderamente preocupados por una educación libre y progresista, que permitió a la escritora elegir la vida que quiso tener. Una vida, por otro lado, no exenta de dificultades. Elegir la vida que quieres tener en el contexto de una dictadura, especialmente empeñada en limitar el papel de las mujeres, no es una tarea sencilla.

Y sí, Martín Gaite, fue una privilegiada porque la inmensa mayoría de las mujeres de su época tenían el camino predefinido. En el documental podemos ver a una de ellas, Mariores Ruiz Olivera, compañera de clase de la facultad de filosofía y letras de Carmiña, como la llamaban sus amigos. Rodeada de libros, esta salmantina octogenaria dice con los ojos vidriosos: «me casé enseguida, tuve seis hijos y tuve una vida normal y corriente de persona burguesa de Salamanca. Me hubiera gustado seguir estudiando, pero yo no hice nada. Y lo siento pero no lo hice». Me gustaría tomarme un café con Mariores en alguna plaza de Salamanca y decirle al oído: «no tienes la culpa».

Con La Boda de Rosa la historia se repite. La peli esta ambientada en la España actual, en pleno siglo XXI, dónde algunos suponen que las mujeres hemos alcanzado grandes cotas de libertad y suponen erróneamente que, ahora sí, podemos tener nuestro cuarto propio, nuestro lugar para soñar y alcanzar todas nuestras metas. Pero no es así y en esta preciosa película, volvemos a ver que no, que todavía hay demasiadas mujeres que no tienen otra opción que dejar para más adelante todo.

 

 

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Miedo y silencio: recuerdos de una pandemiaDestacado

El 11 de marzo de 2020 la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaraba al coronavirus como una pandemia después de ser confirmados 4 291 fallecimientos a nivel global y después de certificar la presencia de la enfermedad en 114 países. Apenas tres días después, el domingo 15 de marzo era decretado en España el estado de alarma.

He querido volver a esos días para ver cómo, desde la distancia reposada,  vivieron esta experiencia un cura, una auxiliar de enfermería, un guardia civil, una profesora, un médico, una activista y una vicealcaldesa. Miedo y silencio, son las palabras que más se repiten en el relato de estas seis personas sobre cómo vivieron los primeros días de un acontecimiento que nadie, en sus respectivas generaciones, había vivido jamás: una pandemia.

Maruja Morales, presidenta de la Asociación de vecinos y entidades de La Coma

Maruja Morales resume sus vivencias encadenando audios de wasap. Dice que se le olvida quitar el dedo, que le tiembla, que no sabe cómo parar. Por eso, envía seis notas de voz seguidas. De fondo se escucha una música relajada como de sala de espera. Y de este modo le gana la batalla a la brecha digital, Maruja tiene 75 años, es presidenta de la Asociación de Vecinos y Entidades de La Coma, un barrio de acción preferente en la ciudad de Paterna (Valencia). Es una mujer que acumula enfermedades al mismo ritmo que vitalidad, coraje y ganas de luchar por uno de los barrios más humildes de la Comunidad Valenciana. De momento, sus ganas de vivir son más fuertes que ese catálogo interminable de dolencias.

“Me tatué los ojos, las cejas y los picos de los labios y así estaba siempre guapa”

Los primeros días fueron para ella impactantes, “lo que menos comprendía era por qué en todo el planeta. No me entraba en la cabeza. Yo decía que una avioneta había tirado algo al mundo”. Maruja sigue sin comprender cómo este virus ha podido llegar a lugares remotos, donde la gente no tiene ni para comer. La activista tuvo mucho miedo pero la fe y unos tatuajes le dieron la fuerza suficiente para salir adelante. “En mayo me puse muy enferma, se me terminó el oxígeno. Me decían que tenía que ir al hospital si no me moría, pero yo no quería ir, estaba lleno de virus”, exclama. Pero fue al hospital y salió reforzada, había sobrevivido. «Yo no quería ir al hospital, estaba lleno de virus. Cuando salí, me tatué los ojos para estar pintada, las cejas y los picos de los labios y así estaba siempre guapa».

Alfonso Villegas, médico de familia en Madrid

Alfonso Villegas, un médico de familia santanderino de 39 años, que acababa de trasladarse a Madrid. “Tenía la mudanza a medio hacer y las jornadas en el Centro de Salud se alargaban sin querer por el exceso de trabajo”. Uno de esos días, a las cuatro y pico de la tarde, terminada su jornada laboral en el Centro de Salud Alpes, decidió ir a un bar para matar el hambre. “Sólo te puedo poner bocadillo o cosas de freidora, estamos cerrando”, le dijo el camarero. Alfonso debió poner cara de interrogante y el camarero señaló a la televisión y terminó de explicar: “van a cerrar todo por el Coronavirus”. En ese momento Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno, anunciaba que se declaraba en España el estado de alarma. “Pedí unas croquetas, hablé con mi compañera de lo que nos vendría, de si sería para tanto, de nuestros miedos personales.

“Tuve la sensación de estar preparándome para una guerra, así fue, así ha sido y está siendo»

Al acabar, mientras todo el mundo corría a los supermercados, yo me hacía fuerte en una tienda del barrio para comprar lo que me faltaba de la mudanza (vasos, sartenes, cubiertos…)». Alfonso tuvo la sensación de estar preparándose para una guerra. Y esa sensación sigue viva todavía.

 

Sandra Gómez , Vicealcaldesa de València

Sandra Gómez es la Vicealcaldesa de València y secretaria general del Partido Socialista del País Valenciano. Para esta joven política (1985), acostumbrada al bullicio de su emblemático barrio, el Cabanyal, lo verdaderamente impactante fue el silencio, las calles vacías. Hasta el punto de llegar a echar de menos el molesto tráfico y el ruido. “Estábamos en marzo, en plenas fallas, cuando precisamente nuestra ciudad rebosa de vida. Tras el decreto de alarma, vivimos un vacío histórico. El bullicio de nuestras fiestas dio paso a un silencio que dolía. Por mi responsabilidad, me tocaba seguir trabajando y pude recorrer ese vacío”, recuerda.

“Estábamos en marzo, en plenas fallas, cuando precisamente nuestra ciudad rebosa de vida. Tras el decreto de alarma, vivimos un vacío histórico. El bullicio de nuestras fiestas dio paso a un silencio que dolía. Por mi responsabilidad, me tocaba seguir trabajando y pude recorrer ese vacío”

Después del silencio a Sandra lo que más le impactó fue cómo poco a poco la naturaleza y otros seres vivos ocupaban un espacio que durante años ha sido reservado casi en exclusiva a la especie humana: las ciudades.  «El dominio del ser humano fue rápidamente usurpado por la naturaleza. Tan brava que tras siglos dominada, sólo le bastaron pocas semanas para volver a gobernar su reino».  Sandra recuerda que eran muy habituales las imágenes de animales de todo tipo paseando por la ciudad:  «Vimos patos cruzando nuestras calles, vimos a un oso paseando en una ciudad asturiana, jabalíes por el centro de Barcelona, corzos en el acueducto de Segovia, cabras en un pueblo de Albacete o pavos reales por el centro de Madrid. Y entonces vi lo agresivos que somos como especie.» Para la Vicealcaldesa de la tercera ciudad más grande de España esta vivencia le pareció toda una lección de humildad.  «No hay ninguna especie imprescindible, y la nuestra no es la excepción».

Alfonso Marín, repartió pulseras a los niños durante el primer confinamiento

Alfonso Marín es guardia civil del puesto de Callosa de Segura en Alicante. Durante los meses más duros del confinamiento, Alfonso dedicó su tiempo libre a hacer certificados de buen comportamiento a todos los críos que se encontraba por el camino. Era rápido, en pocos minutos las madres, tíos o abuelas cómplices tenían en su teléfono el documento en JPEG.

«Fue muy duro, sobre todo tener que vigilar y controlar a la gente y a la vez tener que dominar el miedo que a ti también te asaltaba»

También repartía pulseras serigrafiadas con la insignia de la guardia civil. A veces, las remitía por correo postal, otras veces incluso las entregaba en persona, a domicilio. A Alfonso lo que más le marcó esos primeros momentos fue la incertidumbre y, de nuevo, el miedo. “No sabía nadie que pasaba, la información corría como la pólvora y cambiaba por momentos, había miedo en la gente, era difícil de digerir todo, fue muy duro, sobre todo cuando llegó el confinamiento, ver cómo se vaciaban los supermercados, tener que vigilar y controlar a la gente y a la vez tener que dominar el miedo que a ti también te asaltaba».

Villi Sánchez es auxiliar de enfermería en el Hospital General de Elche

A pocos kilómetros de Callosa de Segura, en Elche, vive Villi Sánchez, 53 años, natural de Martos (Jaén) y afincada  en la ciudad ilicitana desde temprana edad. Villi conserva en la retina la solidaridad de la gente: “Lo que más me impactó de aquellos días fue la capacidad que tuvimos las personas de quedarnos en casa y la solidaridad que se respiró entonces».

“En el hospital lo vivimos con miedo y mucha incertidumbre, sin saber hacia dónde nos llevaba este virus”.

Nos reinventamos: bailamos, escuchamos música, hicimos pan». Villi trabaja como auxiliar de enfermería en el Hospital General de Elche y, a pesar del optimismo, de nuevo, aparece el miedo en el relato: “En el hospital lo vivimos con miedo y mucha incertidumbre, sin saber hacia dónde nos llevaba este virus”.

María José Gil, dando clases de yoga a través de internet

María José Gil es profesora de español en un instituto de Verona (Italia). También es profesora de yoga y durante los días de confinamiento domiciliario daba las clases a su alumnado través de internet. Narra su recuerdo de aquellos primeros días con calma, intercalando silencios, como si estuviera dando una de sus clases de yoga.

“Al principio la desorientación, no sabíamos muy bien qué hacer. Empezamos la didáctica a distancia y entonces fuimos improvisando. Me impactó mucho el silencio. De repente todo se paró, todo el ruido y ese ritmo tan frenético en el que todos estábamos.”

De repente todo se paró, todo el ruido y ese ritmo tan frenético en el que todos estábamos

Para esta madrileña de 43 años la experiencia le brindó algunos aspectos positivos. “Me ayudó a entrar más en contacto conmigo misma y quizá más en contacto con mi espacio circundante, con las calles cercanas. Fue como resituar la mirada en lo que me rodeaba, en las personas que veía cada día, en mis vecinos.”

Santi Dominguez, oficiando misa por internet

Santi Domínguez es cura en un barrio humilde de Villamuriel del Cerrato en la provincia de Palencia. Vive en una comunidad de sacerdotes salesianos, es un grupo pequeño y él, con 51 años, es el más joven. Santi y sus hermanos habían escapado del virus durante el fatídico 2020, pero el once de febrero, la situación cambió por completo. Todos los hermanos de la comunidad dieron positivo en la PCR menos él, que ha estado cuidando de cada uno de ellos desde entonces.

“El primer recuerdo que tengo es el silencio. El silencio de las calles, el silencio de los parques. Las persianas bajadas…»

“El primer recuerdo que tengo es el silencio. El silencio de las calles, el silencio de los parques. Las persianas bajadas, la sensación de miedo, la sensación de vivir en una película aquellos primeros días de ciencia ficción que no sabíamos a quién hacer caso y qué es lo que pasaba a ciencia cierta. Y mi segundo recuerdo fue ya a las pocas semanas que, de manera voluntaria, pude acompañar a sanitarios y a médicos por teléfono, por las noches y me contaban sus dramas personales de no poder estar con sus familias, de no tener materiales”. A Santi, le quedará en el recuerdo haber vivido en primera persona la magnitud de lo que estaba sufriendo el personal sanitario y también, haber perdido a un hermano, pese a haberlo intentado todo.

Estas son las historias de tres hombres y tres mujeres de edades diversas, profesiones dispares y lugares de residencia distintos entre sí. Estas fueron las primeras horas, los primeros días de un tiempo inédito, silencioso, incierto. Seis paseos breves por la memoria de unas sensaciones que han permanecido, los recuerdos que ya se han fijado para siempre.

Las librerías independientes ganan terreno en la venta por internet
Las librerías independientes ganan terreno en la venta por internet
Las librerías independientes ganan terreno en la venta por internet
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clasificado en: Comprometidas

Las librerías independientes ganan terreno en la venta por internetDestacado

El 13 de noviembre, día de las librerías, se estrenaba la plataforma de venta digital “Todos tus libros”, creada por la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Librerías (CEGAL) para ofrecer a las librerías independientes una herramienta competitiva de ventas online. Tras un mes de bagaje hablamos con libreros de València, responsables del desarrollo de la herramienta y con una clienta. Todos nos aseguran de forma unánime que la experiencia ha valido la pena. El nuevo canal de ventas online consigue 10.000 usuarios nuevos a la semana y en un mes ha logrado 6.697 compras con un importe medio de 30 euros.

Objetivo superado: posicionar las librerías de proximidad en el comercio digital

Desde el primer momento se identificó a Todos Tus Libros como el David contra su particular Goliat: Amazon. Sin embargo, para este colectivo de libreros la plataforma tiene importantes diferencias con la tecnológica. Busca la misma usabilidad y sencillez en el proceso de compra pero no quiere que se pierda el contacto físico entre el cliente y su librería más cercana. Así lo expresaba, días previos al lanzamiento de esta herramienta, Jesús Trueba, miembro de la comisión tecnológica de CEGAL y librero de La Buena Vida en una entrevista para la Cadena Ser: “No queremos hacer lo mismo que Amazon, nosotros tenemos lugares físicos y locales pequeños que queremos visibilizar. Además, no tenemos ánimo de lucro como intermediarios y todos los beneficios son para las librerías”.

La CEGAL hace un balance positivo del periodo y considera que han logrado posicionar a las librerías de proximidad en el comercio digital. En apenas un mes se ha incrementado el número de librerías activas pasando de las 150 iniciales a 212 completamente operativas. El número de usuarios registrados se ha triplicado, a inicios de noviembre eran 29.406 usuarios y ahora han logrado alcanzar a 107.097 potenciales clientes, lo que supone una media de 10.000 usuarios nuevos cada semana. En cuanto a las ventas, en la web de la entidad reflejan que se han efectuado un total de 6.697 compras, 3.643 reservas, mientras que el número de cheques-regalo emitidos se sitúa en los 1.684, por un importe de 80.490,40€.

Todos Tus Libros alcanza a 10.000 usuarios nuevos cada semana

«Estamos muy contentos, éramos modestamente optimistas pero nos ha sorprendido la buena acogida»- Jesús Trueba

Hemos hablado con Jesús Trueba quién nos ha contado de primera mano qué balance hacen de esta pionera experiencia: “Estamos muy contentos, éramos modestamente optimistas pero nos ha sorprendido la buena acogida. Estamos alcanzando los 10.000 usuarios nuevos cada semana, con un pedido medio de 30 euros”, ha declarado este librero de Madrid para Ahora Vuelvo. Trueba considera que las expectativas tras este primer mes de andadura son buenas, “esperamos un aumento exponencial del uso de la plataforma. Además las librerías están muy a favor de esta nueva herramienta”. Desde CEGAL además consideran que éste es un proyecto vivo que irá mejorando con el tiempo y Jesús Trueba apunta alguna de las mejoras que ya han identificado: “queremos disminuir los plazos de entrega, añadir los libros electrónicos o los audiolibros”.

La Comunidad Valenciana en tercera posición de librerías adheridas

La Comunidad Valenciana es una de las comunidades que más librerías ha logrado adherir a esta nueva plataforma, ocupando la tercera posición en número de establecimientos asociados (23 librerías), por debajo tan solo de Andalucía (44 librerías) y la Comunidad de Madrid (37 librerías). Para corroborar estos buenos resultados hemos hablado con Marina Defez y Francisco Ivars de la librería Berlín ubicada en la ciudad de València, una de las primeras en embarcarse en esta nueva línea de negocio. “La experiencia ha sido muy, muy buena. No tanto por el número de pedidos, también ha supuesto una pequeña revolución en la compra-venta de libros. Lo que trata de hacer esta página es decir en qué librería tienes el libro que tú estás buscando”, señala Ivars con visible entusiasmo.

«Lo que más me ha gustado de todo esto es, además del incremento de las ventas, la gente nueva que nos está conociendo»- Francisco Ivars

La plataforma Todos Tus Libros nace con una clara vocación divulgativa: “queremos visibilizar el trabajo de las librerías” indica Trueba. Marina Defez en la misma línea nos dice que la gente ha respondido muy bien porque podían haber seguido con Amazon pero muchos clientes siguieron visitando las librerías. Francisco Ivars coincide: “Lo que más me ha gustado de todo esto es, además del incremento de las ventas, la gente nueva que nos está conociendo. Que alguien de la Fonteta o Patraix (dos barrios populares de València) conozca esta librería porque busca un título y viene aquí, eso es lo más importante”, asevera el librero que reconoce tener todos los días dos o tres clientes nuevos y haber incrementado un 50% las ventas digitales.

Superar la brecha digital es posible

Francisco Ivars muestra el funcionamiento de Todos Tus Libros en la Librería Berlín de València :: LOURDES MIRÓN

Para los libreros superar el escollo de la brecha digital era una asignatura pendiente: “hemos aprendido mucho de nuevas tecnologías, aunque el sistema no era difícil” asegura Defez. “Hoy en día gestionar una plataforma con dos o tres millones de ejemplares no es fácil y esta herramienta lo permite”, apostilla Ivars mientras muestra con todo lujo de detalles los entresijos de la plataforma. Para este librero lo más complicado es contestar en el menor tiempo posible. Ahora el cliente busca la inmediatez y Amazon hace el envío en menos de veinticuatro horas: “Es complicado luchar contra ello, pero se intenta”.

El apoyo al pequeño comercio se consolida

María José Gómez, clienta de la Librería Berlín:: LOURDES MIRÓN

Durante la Pandemia se ha hablado mucho del apoyo al pequeño comercio y la venta de de productos de proximidad. Los gestores de la librería Berlín lo corroboran. “Esta herramienta se ha aprovechado un poco del sentimiento de apego a las librerías de barrio frente a la compra masiva. Cada vez en los barrios hay menos comercio y eso a la gente le da pena”, asegura Ivars mientras Marina atiende a los clientes que no dejan de entrar en la librería. María José Gómez es una clienta habitual y nos asegura que no han dejado de venir a la librería: “durante el confinamiento se formaban unas colas aquí y cuando empezó el cole compramos todos los libros de los niños”, nos cuenta mientras se alborotan cerca del escaparate varios adolescentes y algunas mamás. “Paco y Marina nos tratan muy bien, así que no vamos a dejar de venir, claro que no”.

 

COMPROMETIDAS / EL PEQUEÑO COMERCIO QUE DA LA TALLA
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COMPROMETIDAS / EL PEQUEÑO COMERCIO QUE DA LA TALLA

Hoy en la sección «comprometidas» rendimos homenaje a las  pequeñas empresas. Esas que, a pesar de las dificultades generadas como consecuencia de la pandemia de la COVID-19, están saliendo adelante con grandes esfuerzos pero también con grandes dosis de solidaridad. Ponemos el foco en la escuela de patronaje y alta costura Tissoraubicada en el distrito Poblados Marítimos de la ciudad de València. Este pequeño gran comercio ha reorientado su actividad comercial hacia la venta de material técnico para el desarrollo de equipos de protección individual (EPI). La nueva línea ha permitido al comercio valenciano mantener su nivel de ingresos y poder cubrir los gastos de aquellas líneas comerciales más afectadas por la pandemia.

La escuela de patronaje y alta costura Tissora mantiene sus ingresos con la venta de EPI.

El comercio minorista representa el 13,8% del tejido empresarial de la Comunitat Valenciana, según el Informe Anual de la Distribución Comercial (2019). Las ventas han mantenido la tendencia decreciente de los últimos meses según la Radiografía del comercio valenciano de septiembre de 2020 de la Cámara de Comercio de la Comunidad Valenciana, siendo el comercio minorista uno de los más afectados. Únicamente el grupo de equipamiento del hogar y otros productos, entre los que destacan los tecnológicos, han logrado superar los índices de ventas del verano anterior, indica el informe.

En este contexto de crisis como consecuencia de la Covid-19, la supervivencia es el día a día de muchos comercios minoristas. Sin embargo, hay empresas que han encontrado un resquicio para la innovación necesaria que les permita salir a flote aprovechando las oportunidades de negocio que emergen de esta situación. Así es la gran revolución del pequeño comercio.

La supervivencia es el día a día de muchos comercios minoristas

Es el caso de Tissora, una empresa formada en la actualidad por un equipo de diez personas liderado por Eva García, fundadora y directora de la Escuela y Pablo Barbero, cofundador y director económico. «A pesar de haber tenido a toda la plantilla en ERTE hasta junio de 2020, la escuela no ha tenido que lamentar grandes pérdidas económicas ni de personal«, asegura Barbero.
La reconversión económica de Tissora se fraguó durante los primeros meses del confinamiento, cuando una alumna decidió donar una bobina de más de 1.300 metros de tejido apto para el desarrollo de EPI. Más de trescientas alumnas se pusieron manos a la obra y decidieron confeccionar equipos de cuatro piezas para el Hospital de Nules y el Universitario de la Plana. Correos y la ONGD Bomberos por el mundo se encargaron de hacer el reparto. Además, durante este mismo periodo de manera altruista también elaboraron patrones y video tutoriales como el que se puede apreciar en el vídeo para elaborar mascarillas.

La escuela de patronaje y costura Tissora mantiene sus ingresos con la venta de EPI

Tras esta experiencia solidaria, decidieron focalizar parte de su trabajo en la venta de materiales especializados para la confección de mascarillas: algodones hidrófugos, microfibras, material homologado para mascarillas UNE 0065:2020, telas estampadas, gomas y alambres. La disminución de ingresos como consecuencia de la menor afluencia de alumnas se vio compensada con el aumento de ingresos de las ventas de esta nueva línea de negocio. “Cuando abrimos en mayo sin saber lo que iba a pasar nos encontramos con colas y colas de gente que venían a adquirir nuestros productos. Hemos duplicado las ventas en la tienda”, asegura Pablo Barbero.

Pablo Barbero, director económico, declara que se han especializado en la venta de material técnico para la confección de mascarillas

La escuela que cuenta actualmente con más de 250 alumnos matriculados, mantiene sus clases presenciales con seis personas por curso, cifras muy similares a las que tenían antes de la pandemia. Ahora afrontan el futuro con moderado entusiasmo. “El futuro es incierto. Ahora mismo no sabemos si mañana tendremos o no toque de queda. Aún así, tratamos de estar preparados. Estamos trabajando en una nueva línea de comercio electrónico y planificando un posible escenario de teletrabajo” apunta el cofundador de Tissora.

Destacado
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Sobre heridas y cuidadosDestacado

Tercera semana de confinamiento. Tiempo más que suficiente para sacar a la luz las miserias de nuestro tiempo. Las heridas se abren, supuran, escuecen y ahora se hacen más visibles que nunca. El Covid-19 ha paralizado en seco la maquinaria capitalista y el bloqueo nos ha permitido evidenciar de una forma un tanto obscena que las personas no estaban en el centro.

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La pobreza y la estrategia del colibrí

Hoy 17 de octubre es el  Día Mundial para la Erradicación de la Pobreza. Las cerca de 180 ONG, entidades sociales y culturales, sindicatos y universidades de la Comunitat Valenciana agrupadas en la campaña Pobresa Zero, han augurado una futuro abominable: «si no se adoptan medidas urgentes frente a la desigualdad y el cambio climático, más de 100 millones de personas acabarán en la extrema pobreza en los próximos diez años a causa de la escasez de alimentos y del impacto de fenómenos climáticos extremos». Así lo han advertido hoy en una rueda de prensa simbólica, celebrada en la Universidad Politécnica de Valencia.

No quiero enredar con las cifras, pues a lo largo del año son numerosas las organizaciones que nos demuestran con sus estudios el aumento incesante de la pobreza. En el ámbito nacional podemos consultar el recién publicado Informe AROPE  realizado por EAPN España o el Informe FOESSA  elaborado por la fundación con el mismo nombre y  Cáritas Española. En el ámbito internacional podemos tomar como referencia el Índice de Pobreza Multidimensional 2019 del PNUD. En todos estos estudios se evidencia año tras año que las cifras de la desigualdad aumentan de una forma obscena. Y en días como el de hoy es preciso denunciar y poner el acento en esta vergonzosa situación.

Más allá de las cifras, hoy vivimos en la paradoja de un mundo que tiene en sus manos todos los mecanismos necesarios para acabar con la pobreza y sin embargo no es capaz de hacerlo. Vivimos en la paradoja de contar con una inmensa mayoría de personas que manifiesta un claro deseo de erradicar la pobreza pero al mismo tiempo se ve vencida por la inacción.

Yo, sin ir más lejos, me reconozco demasiados días al año vencida, incapaz, inútil, una minúscula rama ardiendo en medio del Amazonas, nada de nada como decía la canción. Y es en estos días cuando intento recordar la fábula del Colibrí, quién terminaba diciendo algo así como: “Es posible que estas pequeñas gotas no sirvan para apagar un incendio, pero yo cumplo con mi parte.”

Y termino diciendo, en este día que no deberíamos conmemorar, que no nos venza la inacción, dediquemos al menos el 0,7 % de nuestro tiempo a luchar contra la pobreza, cumplamos con nuestra parte. Quizá de este modo los próximos informes concluyan diciendo que fuimos capaces de reducir las cifras de esta vergüenza.

Que no nos venza la inacción, dediquemos al menos el 0,7 % de nuestro tiempo a luchar contra la pobreza, cumplamos con nuestra parte

Actos y manifestaciones
Durante las próximas dos semanas, bajo el lema “Nos queremos sin pobreza y defendiendo el planeta” se celebran en la Comunitat Valenciana más de una veintena de actividades informativas, de sensibilización y denuncia. Los actos centrales serán las concentraciones que se celebrarán este viernes en la Plaza Mayor de Castelló a las 11.30 horas y en la Concha de la Explanada de España de Alicante a las 19 horas, y la manifestación que recorrerá el sábado las calles de València desde el Parterre, a partir de las 18 horas.

Fotogalería del 8 de marzo en Valencia
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Romper el silencio frente al odio

Lo que voy a contar pasó a finales de septiembre. Volvía. Para mi los viajes de vuelta siempre suelen ser mejores que los de ida, especialmente cuando se trata de lugares que nunca he visto antes. México me trató bien, así que volvía con las vivencias flotando conmigo y tratando de acomodarse  en los escasos huecos que te reservan las aerolíneas modernas.

El vuelo: Ciudad de México-Madrid, operado por Aeroméxico. Me fijé en la tripulación y me gustó lo que vi. Una tripulación compuesta por gente corriente: algunas más altas, otras más bajas, unos delgados, otros más rellenos, personas con rasgos raciales diversos, simpáticos todos.

Quedaban apenas dos horas para tomar tierra. Momento crítico. Nueve horas con un margen de maniobra de cinco centímetros empiezan a hacer mella. Y por muy buenos recuerdos que tengas del viaje, la mala leche te llega. Te llega y no se va. Y miras el reloj y el tiempo no pasa. Y la mala leche sube. Pues así estaba, con la desesperación y las vivencias tratando de conciliarse cuando pasó.

La víctima: una de las azafatas del avión. Una mujer de unos 50 años. Estaba atendiendo a una chica bastante más joven que ella que estaba sentada en la misma fila que yo. Un pasillo y cuatro asientos nos separaban. Me perdí una escena pero intuyo que la azafata estaba realizando las labores de recogida de la basura que acumulamos cada vez que nos dan algo de comer. Y en esa tarea debió rozar a la chica con su mano o algo similar. Yo solo vi la reacción de la joven: «No me toques», dijo volviendo la cara hacia dónde yo estaba con los ojos cerrados y descompuesta por el asco. No me vio. La señora tragó saliva y le pidió disculpas. Lo hizo guardando las distancias y la joven, blanca y rubia pero racializada en odio volvió a repetir «te he dicho que no me toques». Lo dijo de nuevo sin mirarla, con más asco y más rabia, levantando las manos en paralelo a su cuerpo como protegiéndose.

No supe reaccionar en ese momento. Las cosas así pasan muy rápido. Y la violencia, en cualquiera de sus formas, a mi me paraliza. Pero lo cierto es que me sentí muy mal por no haber movido un dedo. Más tarde, cuando ya habíamos tomado tierra, busqué a la azafata, me acerqué a ella, le tomé las dos manos y le dije: «Nadie merece ser tratado de ese modo». Le brillaron los ojos, me apretó las manos y me dijo sonriendo: «Me di cuenta de que usted lo vio. No se preocupe estoy acostumbrada, pero hoy va a ser un día maravilloso».

Cada vez son más los sucesos de este tipo. Cada vez hay menos pudor a manifestar en público el rechazo a otras personas. Ya sea por motivos racistas, islamófobos u homófobos. Algunos sucesos son muy graves como ese pasajero de Ryanair que consiguió, propinando insultos vejatorios, que cambiaran de sitio a una mujer negra que viajaba a su lado. Otros, como éste que acabo de contar, son delitos de odio de baja intensidad. Tan baja que una no encuentra argumentos para alzar la voz o para denunciar. ¿Cómo vas a denunciar a alguien por decirle a otra persona «no me toques»?. Pero lo cierto, es que unos y otros hacen el mismo daño.

Asisto perpleja a este fenómeno que crece como la espuma. Trato de entender qué pasa por la mente de un ser humano para actuar de esta forman tan inhumana. Y leo a Caroline Emcke que me devuelve un poco la esperanza. Leed este artículo por favor. Emcke nos recuerda que hay una masa silenciosa que no debe permanecer callada por más tiempo. En Alemania se han organizado y se llaman #unteilbar (Indivisibles). Son muchos y quieren frenar esa espuma marrón y viscosa. Yo me sumo y por eso escribo, para romper el silencio. Porque si callamos, el silencio nos hace cómplices del odio.

 

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¿Por qué felicitar el Ramadán?

Si bien es cierto que España es un país aconfesional, así lo marca el artículo 16 de la Constitución, en el que se establece que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», la realidad es que la segunda parte del artículo “Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”, deja la puerta abierta a situaciones sorprendentes en un estado laico como las que se citan en este artículo del huffingtonpost. Por tanto, nos encontramos en un país oficialmente aconfesional pero con una clara debilidad hacia la las manifestaciones religiosas de una única religión: la católica.

Por otro lado, tal y como apunta el Informe anual de Islamofobia en españa 2017 es creciente el sesgo islamófobo de líderes políticos de partidos de diferentes ideologías. ISLAMOFOBIA POLÍTICA y  en Instituciones. Los datos de este informe se complementan con las conclusiones de este otro estudio de la Universidad de Valencia “La integración sociolaboral de las mujeres musulmanas: un espacio abierto para la innovación social en Valencia”,  dirigido por Ana Sales Ten. En él se destaca que la política pública en la Comunidad Valenciana no está siendo bien entendida por parte de las mujeres musulmanas. “En los últimos diez años se había dado un incremento significativo en políticas de inmigración. Es un dato objetivable. Con el nuevo gobierno las políticas de inmigración pasan completamente desapercibidas. Esta circunstancia genera en las mujeres musulmanas y en su comunidad un sentimiento de desprecio”, apunta Ana Sales. El estudio concluye que, aunque quizás es una percepción alejada de la realidad y la voluntad política, está derivando en un mayor aislamiento social y un alejamiento del interés por la integración.

Las personas musulmanas en España viven la contradicción de un estado laico en el que muchos líderes políticos, de diversas ideologías  muestran simpatía hacia la religión católica y al mismo tiempo una indiferencia creciente hacia las manifestaciones religiosas de la comunidad musulmana. Esta situación unida a la discriminación y creciente islamofobia en distintos ámbitos, hace que la integración de esta comunidad sea más complicada.

Boutaina El Hadri, gerente de la asociación Jovesolides, sugiere que “para paliar este sentimiento sería aconsejable que los representantes políticos de la comunidad, al margen de activar políticas públicas específicas, realicen pequeños gestos de reconocimiento y valoración de la religión musulmana, como por ejemplo, felicitar el Ramadán. Estamos tan machacados que cuando una autoridad política como el Primer ministro de Canadá nos felicita  el Ramadán o la fiesta del Cordero, miles de musulmanes lo comparten en redes sociales. ”.

En definitiva, ¿Por qué considero que las políticas y políticos que trabajan por la inclusión social deberían felicitar el Ramadán? Porque son un referente para toda la sociedad; porque si pretenden la inclusión de las personas musulmanas, además de garantizar los derechos y libertades básicas, es importante y urgente que tengan gestos que demuestren a todos que su forma de celebrar la religión es respetada y valorada en primer lugar por las personas que les gobiernan. Y quizá de este modo, con pequeños gestos, los musulmanes y musulmanas empiecen a ser respetados y valorados  por el resto de sus vecinos.

Comprometidas / Entrevista a Esma Kučukalić
Comprometidas / Entrevista a Esma Kučukalić
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Comprometidas / Entrevista a Esma Kučukalić

Esma Kučukalić: “Denuncio cuestiones como el etnonacionalismo o la interculturalidad mal entendida”Seguir leyendo

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